Tú, tú mismo, todo este gran drama, nunca fue más que un burdo engaño de la arrogancia y la estúpida voluntad, y puedes simplemente liberarte de todo eso, finalmente darte cuenta que no tienes que aferrarte tan fuerte. Darte cuenta de que toda tu vida, todo lo que amas, lo que odias, tus memorias, todo tu dolor, era parte de una misma cosa. Era todo un mismo sueño, un sueño que albergaste dentro de una habitación cerrada, un sueño acerca de ser una persona. Viviste bajo la ilusión de tener un ser propio, una acumulación de experiencias sensoriales y sentimientos, programado para asegurarte de que eras alguien, cuando en realidad nadie es nadie.

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